Angélica,
te miro
a través del silencio
mientras la noche
crece
desde nosotros mismos.
Conozco cada gesto,
cada palabra
tuya,
con las memorias
grises
del tiempo y la neblina.
Entre las rocas
brotas
como el musgo y el agua;
copihues y azucenas
buscando el sol de estío.
Frías constelaciones:
Polaris en la proa
de mi navío
errante,
busco la Cruz del Sur
entre valles azules.
En el agua incansable
de mis sueños
emerges,
más allá de la noche,
más allá de mí mismo:
origen y llegada.
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