Las alas de los ángeles
se han desplegado
delicadamente
abandonan los podios
de mármol de la nave
y atraviesan sin pena
los macizos portales
iluminados
en cambio nos miran
y nos guían
donde el tiempo se detiene
delicadamente
y el huerto nos brinda
sus frutos perfumados
Más tarde, reclinados
agradecemos el dulce
palpitar, intenso y breve
que regó nuestros cuerpos
Y a ellos, solemnes en su yeso
sin sexo
se les ríen los labios
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