Expúlsame del fuego diluvial
de tus alas, del jardín abrasado
de tu sexo.
Incéndiame
con la amorosa impaciencia de tu ira.
Sólo sentir el roce prohibido de tu llama
será ya poseerte
para siempre.
Aléjame
del sueño torrencial de tu rostro,
meteoro de brumas derramado
en el aire.
Arrójame
de tu región de nieve no besada,
territorio de lumbre que la sed desconoce.
Deja que tus labios de escarcha llameante
aniden en mi boca
y que mi palabra
sea a la vez infierno y paraíso
bajo la luz sangrante de tu espada.
(De Pentagrama para escribir silencios)
No hay comentarios:
Publicar un comentario