miércoles, 29 de diciembre de 2010

En el temblor del agua profunda de las palabras de Salvador López Becerra, vuelan los ángeles.





Os reforzaré con mil ángeles, uno tras otro.

Corán.8;9.





Cruzan Ángeles
por las azules paredes de la casa
 (honrado estanque 
donde vivimos).

Universo mágico
donde Dios, o  Al-lâh, nunca descuida sus peces.




Lalla,
mi Amor,
en tu boca habita un ángel.

Cada décima de segundo
tu aliento expulsa invisibles alas.
Tu hálito es su alimento


………………………….

Ángel mío

Ángel de Luz
Ángel de Vida
Ángel de Dios

Ángel Amín.

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Ángel:
aunque el nombre a otros nada importe
díctame el nombre;
dime tu nombre,
que el nombre a mí si mi importa,
Ángel.




Esta mañana, muy temprano,
sombrío por un mal sueño,
al asomarme a la calle,
encontré depositada
en el escaloncillo de mi puerta,
una pequeña pluma,
no se si de paloma, no sé si de gaviota,
que me hizo cosquillas en el ánimo.

Sí, estoy seguro que esta madrugada
el ángel extraviado de un vagabundo
durmió, aquí, en la cancela;
que pidió posada
y no le oí.


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Mientras hablaba ocupadamente por teléfono
tocaron al timbre de sonido de pájaros alegres.

Era un hombre
con  ambarino y chamuscado bigote cano
en una cara triste que pedía insignificante limosna
—esta vez no, le respondí moviendo, distraído, la cabeza—

Mi ángel de la guarda
me dio un retorcido pellizco en la conciencia.

Pasados los años
todavía — ¡ mirad! — puedo mostrar el moratón.
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Una presencia sin bastón ni gafas oscuras
tropieza con nada,
tampoco esquiva mi pluma,
ni respira al revés;
en la sonrisa posee una imposible boca
que habla silencios;
tiene una tonalidad
incolora, traslúcida,
presiento que es un ángel de la guarda
en busca de empleo.


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