miércoles, 29 de diciembre de 2010

A través de la voz de Amador Palacios, la vida nos mira a los ojos, nos pregunta, nos espera, nos redime.



LA HERIDA



A veces la herida es una pequeña muerte, una revelación
que muestra ese retablo
(otros llaman película)
de estampas adensando una compacta
cronología.
Otras veces, la herida fluye
procurándonos un contento (adusto)
que convalece en grumos de piedad.
Muchas otras nos pide, pensativa,
que separemos muellemente las piernas
y ofrezcamos las ingles a la música.
La herida es cortesana
plena de timidez, halago, escalofríos
por los que en su existencia vivimos de un pavor enamorado,
del rasgo estremecido que la herida supone;
y, eso sí, consolándonos con un buen vino rojo.

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