domingo, 13 de febrero de 2011

También puede hallarse la luz en el fondo de la desolación; como en este poema de 1976 de Fernando Ortiz. "Todo hombre es terrible", dicen con estupor los ángeles-poeta que han leído a Rilke

     


       




INVOCACIÓN Y ELEGÍA


Vuelvo el rostro al pasado. La memoria

ve atrás un desolado monumento

sin nostalgia ni amor. Frías cenizas

de otros yo, que pudieron haber sido,

pero no son. Y sólo pueden darme

un levísimo soplo que no basta

para alentar mi ánimo. Y ahora

que el futuro no existe, y el presente

vive en mí como daño, yo contemplo

la realidad. Su luz insoportable

que me ciega. Ningún mortal entera

acaso nunca pudo contemplarla

o tan sólo los ángeles de Rilke

-espléndidos, insomnes, como fuego-

toleraron su vista. Yo lo intento.

Y me ciega. ¡Es tan pequeño

lo que mi ojo abarca y duele tanto!

Y por eso os invoco en este día,

oh dioses, que sin duda, existís, vivos,

en lo interior del pecho de los hombres.

Ahora. Venid ahora. Tengo frío.

No espero el alba. Y me siento viejo.




                                Fernando Ortiz 
                                  Dibujo: Federico Gallego Ripoll


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