(La poeta asiente a la intención del ángel. De la sangre malva de su ángel nutre su sangre roja.)
MAHASIÁH
Ahora
la casa está callada,
y amanece.
Cruza el aire el mismo monte
hasta posarse en mis sentidos:
como en aquella mañana en que te fui asignada.
Te intuyo,
abrazado a mi espalda, tupiéndome de alas:
“¿qué fue de aquel proyecto al que debías
guiarme?"
“Déjate llevar” –palpo que respondes-,
y apoyas tu cara de luz
en mi mejilla.
“Confío en ti” –farfullo desde el claro de
mis dientes.
Me giro firme para abrazarte cara a cara.
Inútiles mis ojos.
Un vértigo sonoro acaba de nublarme.
Ciega estoy de una luz que me restaura y besa.
Alada, tu brisa me protege y
encuentro el refugio de los descampados.
Siempre responderé por la plural esencia de
tu nombre.
Ángeles Fernangómez
Dibujo: Federico Gallego Ripoll
Gracias por esta publicación y el dibujo estupendo que la acompaña. Triplemente ángeles. Gracias.
ResponderEliminarHay tres momentos culminantes en este poema que, para disfrutar de nuevo, repito:
ResponderEliminar"Ahora
la casa está callada,
y amanece."
"Ciega estoy de una luz que me restaura y besa."
"Siempre responderé por la plural esencia de
tu nombre."
Plenitud en medio del silencio. Y baste...