viernes, 4 de febrero de 2011

No son palabras arrugadas, sino poesía convertida en espejo donde mirarnos, las que nos ofrece José Antonio Arcediano.

ÁNGEL SIN NOMBRE



Este ángel sin nombre
que atraviesa la noche
de un extremo a otro,
que llueve del reloj equivocado,
este ángel de acento enronquecido,
lúgubre, como todas las voces de la noche,
se desliza tardío
sobre el plácido polvo de los muebles
y vierte, cariñoso,
palabras arrugadas en mi almohada.
Misterioso.
Mentiroso.
Viejo en su temblor,
temeroso de una última sílaba,
ha tatuado mi nombre en la penumbra:
Caín, Caín –susurra-
retira tu puñal, que ya estoy muerto.



               [Del libro La verdad del frío.
                            Ed. La Garúa. 2009]

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