domingo, 14 de noviembre de 2010

Poesía y Memoria







EL ÁNGEL BUENO 2

Dentro del pecho se abren 
corredores anchos, largos, 
que sorben todas las mares. 

Vidrieras, 
que alumbran todas las calles. 

Miradores, 
que acercan todas las torres. 
Ciudades deshabitadas 
se pueblan, de pronto. Trenes 
descarrilados, unidos 
marchan. 

Naufragios antiguos flotan. 
La luz moja el pie en el agua. 

¡Campanas! 

Gira más de prisa el aire. 
El mundo, con ser el mundo, 
en la mano de un niña cabe. 

¡Campanas! 

Una carta del cielo bajó un ángel.


                           Rafael Alberti






DOS ÁNGELES




No tengo sólo un Ángel 
con ala estremecida: 
me mecen como al mar 
mecen las dos orillas 
el Ángel que da el gozo 
y el que da la agonía, 
el de alas tremolantes 
y el de las alas fijas. 

Yo sé, cuando amanece, 
cuál va a regirme el día, 
si el de color de llama 
o el color de ceniza, 
y me les doy como alga 
a la ola, contrita. 

Sólo una vez volaron 
con las alas unidas: 
el día del amor, 
el de la Epifanía. 

¡Se juntaron en una 
sus alas enemigas 
y anudaron el nudo 
de la muerte y la vida!

             Gabriela Mistral



DIEZ ÁNGELES

Llueve sobre Berlín. Nos abrazamos.
El hacia fuera del temblor embosca
todos los grises.

Cualquier cielo es azul si tú lo miras,
si lo miro en tus ojos.

También yo soy azul cuando los cierras
conmigo dentro.

Qué bien se está en la humedad certera
de su penumbra, tras tus párpados
como un nido furtivo tejido por sorpresa.

Qué bien se está sin lunes,
en el tiempo venial del blanco y negro,
contemplando la vida en un rectángulo
-la vida que no duele- mientras duele
de dicha el corazón.
                                 Diez ángeles
(yo conozco sus nombres): se llaman
como las yemas de tus dedos.

                        Luis Moreno

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