(No hay noche tan oscura que no pueda desahuciarse, dice Paco Gómez. Seguro que tras, ese amanecer de sus mudanzas, aguarda el ángel.)
MUDANZA DE NOVIEMBRE
Acaso aún estoy a tiempo
de dejar olvidado en la mudanza
este diario y acabar por siempre
con este asedio de alma y tiempo y muerte,
de formas y de danzas del delirio,
danzas que alzan la pena
y penas que destierran de las almas
la dicha de ser sin implorar a nadie.
Quisiera no mirar a sitio alguno y habitar
un lienzo de serpientes grises que desemboquen
sus ojos en la noche oscura y yerma de un verso,
y dejar en el aire el aire que aviva el fuego
y apaga candelabros.
Y no es tal el silencio
que en todos los silencios me acompaña,
ni es canto la palabra de la siembra,
es sólo un repentino movimiento de mareas.
No hay instante que aguarde mi descanso,
ni hay luz que se interponga entre dos labios.
No hay noche tan oscura que no pueda desahuciarse,
y es tan terrible el miedo que desnuda y desarma
el sueño como un pueblo sumergido en las aguas.
Todo muda de atuendo y de vivienda,
como niebla que cada tarde visita monasterios
Porque todo es mudanza puedo verte
y entender tu mirada a las afueras
de una vida que danza y alza penas,
y es transporte de hierros,
argamasa de voces y silencios.
Poco recoge el diario que ahora escribo,
luciérnagas que asoman cuando duermes,
y una ciudad que siempre se vacía.
Yo necesito hablarte de mi pena
Paco Gómez
De Diario de la horas muertas, 2002
Dibujo: Federico Gallego Ripoll
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