(Mirado por el ángel, mirándose en el ángel, Carlos Medrano deja abierta la puerta de la estancia donde el ángel aguarda; donde el ángel o él: donde la vida aguarda.)
Para tocar un ángel
traspasa su misterio.
Tiene forma de carne,
no es necesario el cielo,
pero sí cuando llega
su luz se reconoce.
Lo que entonces sucede
ocurre donde vives
sin que nada moleste.
Tiene forma de calles,
camisas, voces, árboles,
o patios en silencio
con geometría de flores.
Tú sabes de ese instante
que no baja de nubes,
ni te aparta del tacto
con que tocas el mundo.
Sólo nace de dentro.
Y al extender la mano
que revela el encuentro
no importa nada entonces:
el pesar se diluye,
y el tiempo y su costumbre.
Sientes la transparencia
desde un sentido nuevo
que te lleva a lo cierto
más allá del ocaso
de todo lo caduco.
Porque tú eres el que abres
la mirada del ángel,
la nostalgia imparable
de un ser inmarcesible.
Carlos Medrano
(Artà, Mallorca, primavera de 2011)
Dibujo: Federico Gallego Ripoll
Precioso
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